El anciano de huesos crepitantes no escuchó llegar a Su Inmensa Nimiedad, simplemente porque El Que Lo Sabe Todo Pero No Dice Nada ya estaba allí, entre los matorrales de la entrada de la humilde vivienda de treinta y cinco habitaciones y dos baños, uno de ellos reservado para el venerado, lo que hacía dificultosa la estancia en ella de los múltiples visitantes, sobre todo porque las comidas, abundantes en frutas verdes, hacían imperioso hallar cierto sosiego a escaso tiempo de su ingesta.
- Así aprenden el desprendimiento de lo material -solía decir el Iluminado Sin Cortes. Y agregaba: -No es oportuno salirse de los senderos para recorrer el parque circundante, sobre todo de noche. Y no, los seres que apreciáis allí, junto a los árboles, durante las jornadas de celebración no son enanos ornamentales ni extraterrestres de baja talla.
Cuando se incorporó, terminó de poner en regla su túnica, mientras aventaba los restos de tierra con un gesto mayestático. Entonces vio al intruso.
- No lo oí -dijo el visitante
- Estaba arreglándole el potus a mi criada preferida -y señaló al arbusto que en ese momento se estremeció y detrás del cual apareció una robusta y proporcionada doncella, quien, sonrojada, se escurrió por la puerta de servicio aledaña.
Chup caminó los ocho pasos que lo separaban del trono coronado con amplio dosel para recibir consultas y se sentó en él. Un viejo reloj de taxímetro a su derecha comenzó a hacer tic tac cuando bajó la banderita metálica que tenía la inscripción de “Libre”, pero en sánscrito, según señalaba el Maestro, aunque algunos visitantes eruditos opinaran que más bien se trataba de una transcripción burda del guaraní, mientras hacía señas a su interlocutor para que se acomodara en una de esas sillas de jardín metálicas, pero carente de almohadón mitigador.
Una vez que el acólito acomodó su cólita sobre el tajante asiento, preguntó:
- ¿Qué te trae por estos lares, tan visitados por lores y por loros?
- Tengo un intríngulis chíngulis -dijo el veterano.
- Uuu -respondió el que sabe por viejo y también por diablo.
- Estoy más desorientado que brújula en el polo norte -continuó el visitante.
- Has llegado al GPS de la vida -afirmó El que Calla Pero no Otorga, y agregó: - Recalculando. Desembucha lo que traes en el buche, buchón.
El demacrado anciano agachó la cabeza, como si estuviera mirándose los zapatos, aunque por cuestiones de protocolo estaba en patas. Con voz trémula y compungida indicó:
- Sabrás, omnisciente Maestro, que estábamos festejando con tarta...
- ¿De jamón y queso? -interrumpió Chup, relamiéndose.
- No, con un candidato tartamudo. Y de repente, una ventolina se llevó todo y cambió la perspectiva. Antes tenía miedo de perder...
- ¿Y ahora?
- También de ganar. No sé qué hacer ni a quién votar.
El Faro Universal de Fe a Pilas se mesó la inexistente perilla, afeitada tras un incidente con un sacapuntas de escritorio. Se hizo un silencio espeso, tanto que apenas se oía rumiar a sus gases intestinales, los que en una ocasión hicieron recular un león, cuestión que habla de lo estentóreo de sus acomodamientos. Pero esa es otra historia a narrar en oportunidad más propicia.
Finalmente, Su Inmensidad Omnisapiente (decía ser el poseedor de la voluntad de todos los sapos del universo) realizó un gestito de idea y espetó, llevándose la mano al corazón:
- Verme que has venido a verme, angustiado por tu futuro rastrero: sigue el dictado de tu órgano bombeador (me refiero al del pecho). Y si el mismo es muy dictador, lee el capítulo 8, versículo XVI, de mi obra “El simulcop del pensamiento”, que comienza con: “Oh, protoplasma ectópico universal, ilumina mi pensamiento, si no, corto mano, corto fierro y cuando te mueras, que vayas al infierno”. Botarate, bota el voto al bote de la conveniencia.
Mientras quitaba la mano de su pecho, donde estaba su billetera, gritó hacia la entrada del templado templo:
- Sale un Bolu 2. Solo se aceptan dólares. Próximamente yenes.
Y el Supremo no de Pollo adoptó la posición de Loto, pensando cuáles eran los números a jugar. El que Lo Sabe Todo, sin embargo, tiene problemas con las matemáticas.