domingo, 25 de junio de 2023

El renunciamiento

 

Un hombre de rancio bigote y expresión cansada llegó hasta el Maestro del Loto Menguante llevando su guitarra colgada a la espalda y una estampita de San Lito Nebbia en la mano, tarareando por lo bajo “Por qué me abandonaste, por qué, por qué”.
Chup, que estaba probando las bondades de un semillón espiritual realizado artesanalmente al ritmo del Pata Pata sobre su humilde columna de distanciamiento de la grasa popular de 120 metros cuadrados cubiertos, balcón, terraza y quincho, lo miró y exclamó con voz bastante pastosa de tanta espiritualidad:
- ¿Qué te trae por acá, ocelote desmanchado?
- El Tango 01 -respondió el otro.
- Tu cara me parece conocida. No me digas nada, que ya sé. ¿Sam Bigotes? ¿Cómo anda Bugs?
- No, no, Maestro -respondió el interpelado con pelo.
- Discúlpame, es que tengo los de contacto en el service.
Y mirando hacia adentro gritó:
- ¡Negra, traeme los bifocales que no veo un pororó!
Una mano oscura salió de detrás de la cortina de bambú portando los anteojos. El Sabio que Sabe por Viejo pero más Sabe por Diablo los tomó y se los puso.
- ¡Ahora sí! Te reconozco, tú eres el que quiso sacarle la silla a una dama y terminó sentado en el piso, con el huesito dulce partido y otros daños zonales que no menciono de puro caballero, nomás.
- El mismo que viste y al que calzaron.
- Bueno, ¿no es tarde para consejos?
- Sí, ya sé. Lo que quiero es que me des una excusa para mi abandono, una salida elegante, como para no quedar como rata escapando por tirante.
- Tengo la sensación de que hace poco vino otro tipo con la misma inquietud -dijo el Maestro, mientras quitaba una papa frita de su barba perilla, la introducía en su boca y la mascaba pensativamente.
- Un déjà vu.
- No, creo que argentino, uno que me regaló una reposera y hacía chistes bobos de fútbol. Sí, ya lo recuerdo. Era otro al que tampoco le daban los números ni para sereno del cementerio.
El Ser Resplandeciente del Cosmos apoyó el codo en la mesa, cerró el puño y sobre él recostó la barbilla, mientras entrecerraba los ojos. Gesto de concentración masallística, de sintonía universal en 6G (él no quiere quedarse 5G), de expansión de la conciencia al menos hasta Ezpeleta, casi se oía el frenético rechinar de las neuronas dentro del cerebro que recibía las instrucciones del Todo. Por fin, alzó la vista y dijo:
- Lo que necesitas es un corifeo de adulones que afirmen que tu renunciamiento es histórico, por el bien de tus compatriotas y para el renacer de la esperanza y que limpien el rastro de tus detritos parafraseando a un gran pensador al grito de “Fue sin querer queriendo”. Cachalote varado en las pútridas riberas de la política, pasa por caja.
- Pero, ¿qué haré con mi futuro?
- Pásale la cuenta a aquellos que beneficiaste. ¡Sale un combo 3! -dijo mirando hacia adentro y quitándose los anteojos, volvió a paladear la espiritualidad.

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